Por Pablo Sanabria Pulido
Publicado en Razon Pública https://razonpublica.com/necesitamos-area-metropolitana-sur-del-valle-norte-del-cauca/
En medio de temores infundados, los residentes de los siete municipios de esta región votarán el próximo domingo sobre la creación de un área metropolitana. Por qué necesitamos aprobar la iniciativa.
Un problema retorcido
Llamamos problemas retorcidos (wicked problems) a esos problemas multicausales y complejos que difícilmente se resuelven con una sola acción o con la capacidad de un solo gobierno.
En 1972 la región alrededor de Valencia, España, inauguró el Plan Sur, un proyecto que adaptaba el cauce del río Turia e integraba acciones preventivas de varias localidades. El Plan surgió para enfrentar regionalmente un “retorcido” problema llamado riadas o avenidas —similar a los arroyos de Barranquilla— que afecta a esta zona en épocas de grandes lluvias y que genera, cada cierto tiempo, un desastre natural con múltiples afectaciones humanas, sociales y económicas, sin respeto a fronteras municipales.
Así el Plan Sur, a partir de un hecho metropolitano, permitió responder al problema de política pública, gestionarlo mediante la colaboración interjurisdiccional nacional y local, y permitió las inversiones e intervenciones administrativas requeridas para un proyecto de esa envergadura. Según diferentes medios, el Plan evitó que fuera aun mayor la gravedad de las inundaciones de hace unas semanas: las zonas nuevas y las localidades que no hicieron parte del plan fueron las más afectadas.
Sur del Valle del Cauca-Norte del Cauca
La región metropolitana del sur del Valle del Cauca y del norte del Cauca es una de las zonas más prósperas de Colombia.
Tiene uno de los mercados más grandes del país, una economía pujante y una canasta diversa de exportaciones. Produce cerca de una décima parte del PIB de Colombia y alberga a más de 3,2 millones de habitantes. Municipios como Cali, Yumbo y Palmira aportan una alta proporción de los ingresos tributarios generados en el departamento y tienen unos de los recaudos per cápita más altos del país.
Los siete municipios de la futura Área Metropolitana del Suroccidente (AMSO) tienen múltiples relaciones funcionales y formas de articulación espacial y socioeconómica, haciéndola una de las regiones más dinámicas y funcionalmente integradas del pacífico latinoamericano.
La situación actual
La metropolización es un proceso casi natural en aglomeraciones urbanas con alta gravitación de actividades socioeconómicas y de poblamiento. Aunque el sur del Valle del Cauca-Norte del Cauca sea una región integrada por el territorio mismo, por la hidrografía, por la geografía y por las relaciones de sus organizaciones y habitantes, administrativamente no se ha avanzado a un modelo formal que permita unir capacidades administrativas para resolver problemas metropolitanos y configurar una agenda estratégica regional.
Los problemas de política pública son cada vez más retorcidos y de largo alcance, y no respetan las fronteras político-administrativas. Por eso cada vez más entes territoriales unen sus capacidades. Como mostramos en un trabajo reciente (Leyva, Sanabria y Rodriguez, 2022), la región metropolitana del sur del departamento del Valle del Cauca es la única del país, de las siete más grandes, que no tiene un arreglo formal para resolver sus problemas retorcidos de política pública.
Lo anterior es otra muestra de la dificultad para trabajar de forma colaborativa en la región, lo cual se traduce en ausencia de proyectos supramunicipales que articulen la capacidad de las administraciones para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
Experiencias exitosas en Colombia
Los Esquemas Asociativos Territoriales (EAT), tales como las regiones administrativas y de planificación, las regiones de planeación y gestión, las provincias administrativas y de planificación, o las áreas metropolitanas, aparecen por la ley 1454 de 2011 y ley 1625 de 2013, para propiciar precisamente articulación y coordinación entre administraciones públicas locales.
Su uso por parte de regiones, departamentos y municipios ha aumentado de manera consistente en Colombia. Es ejemplar el caso del departamento de Antioquia, que hoy tiene el mayor número de esquemas asociativos en el país, entre los cuales aparecen dos nuevas áreas metropolitanas en proceso de conformación. Los avanzados procesos de colaboración regional y subregional en diferentes regiones del país como el Caribe, Antioquia, Santander o Boyacá reflejan cómo la formalización de la integración regional trae beneficios a sus partes.
La informalidad y desintegración regional del sur del Valle del Cauca, y la persistencia de múltiples problemas retorcidos de política pública en nuestra región, contrastan con esos procesos, por ejemplo, con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA). El AMVA fue pionera en Colombia hace ya más de cuarenta años y desde entonces ha permitido a sus municipios unir fuerzas y constituir una de las regiones más competitivas, modernas y con mejores servicios públicos de América Latina. Son más que evidentes los logros del AMVA. Comenzó por la movilidad, con el primer tren metropolitano del país, y después con obras de infraestructura a gran escala como autopistas, puentes, túneles, iniciativas ambientales y proyectos estratégicos entre sus municipios y el Distrito de Medellín.
Mientras tanto, nuestra región metropolitana alrededor de Cali se encuentra disociada y desarticulada, sin un arreglo formal que complemente las capacidades de los diferentes entes territoriales, ni con mecanismos formales para desarrollar estrategias conjuntas para resolver los problemas retorcidos de movilidad, medio ambiente o saneamiento básico. Por ello no sorprende la carencia de proyectos supramunicipales de infraestructura o desarrollo en el sur del Valle del Cauca o norte del Cauca, en comparación incluso con áreas metropolitanas más pequeñas, pero formalizadas, como la de Bucaramanga (AMB) o la de Centro Occidente (AMCO) en Pereira.
Temores infundados
En este contexto, el próximo domingo 24 de noviembre los habitantes de esta región votaremos a favor o en contra de la creación, por fin, de un área metropolitana. El AMSO permitirá unir las capacidades de los municipios vallecaucanos de Jamundí, Candelaria, Palmira, Dagua, del Distrito Especial de Santiago de Cali y de los municipios de Villarrica y Puerto Tejada en el norte del Departamento del Cauca.
La discusión acerca del proyecto de creación del AMSO ha estado llena de temores infundados y desinformación sobre la base de ideas falsas e imprecisas. Se ha dicho que Cali le va a quitar el agua a Palmira, que se va a quedar con los recursos del aeropuerto, o que los otros municipios se van a convertir en barrios de Cali.
Este tipo de argumentos— a todas luces falsos dado que la legislación colombiana protege celosamente la autonomía municipal— puede hacer que municipios claves como Palmira se queden injustamente por fuera del tren del desarrollo regional. La inexistencia de un mecanismo formal asociativo será más costosa para los municipios ausentes que unirse al área metropolitana.
El AMSO no remplazará la autoridad del gobierno local ni anexará municipios, sino que creará espacios formales de concertación y discusión horizontal con reglas de juego claras, como la junta metropolitana, y con competencia únicamente alrededor de los problemas retorcidos de política pública que afecten conjuntamente a las partes, esto es, específicamente hechos metropolitanos como el transporte regional, la sostenibilidad ambiental, la gestión de riesgos conjunta, o la seguridad metropolitana.
Vale la pena traer a la memoria el caso de Envigado, que en un principio dijo que no le caminaba al AMVA. Esa decisión rezagó al municipio de procesos claves de articulación regional. Rápidamente sus ciudadanos notaron los altos costos de la desintegración con la región metropolitana circundante. Décadas después, en 2016, Envigado logró, no sin oposición de algunos políticos locales, su adhesión al AMVA luego de votación popular. Hoy, a pesar de aportar apenas el 4% de los recursos del área metropolitana, este municipio se beneficia de la mayor cantidad de proyectos entre los municipios miembros.
La historia muestra así que el tren asociativo suele avanzar y generar desarrollo regional para la gente, de forma colaborativa, superando miedos y chauvinismos, y muy a pesar de oposiciones de corte político. La creación del AMSO es un hito para la región, y como tal debe contar con el apoyo de todas y todos. Que ojalá no se nos pase el tren y que por fin podamos construir un futuro regional compartido, por encima de miedos infundados y parcelaciones políticas.

